Los Cerrito no deja de sorprenderse y sorprender a quienes año a año, en primavera,  visitan su casa, y  la tarde de este martes 20 dejó a las claras que cuando se trabaja, se invierte y principalmente se hacen las cosas bien, el resultado a la larga o la corta llega, y por eso lo sucedido hoy más que casualidad fue causalidad.

Un gran equipo de trabajo hizo que la fiesta ganadera en la Ruta 226 en el kilómetro 227 fuera total, y con los detalles que los caracteriza a flor de piel, la feria se llenó de gente para asistir a uno de los resonantes remates de la región. Vientres y toros revisados y elegidos en la previa, serían sobre el medio día, y la tarde de este martes, los protagonistas principales de esta película.

Una gran cantidad de clientes y amigos se visualizaba cuando la camioneta atracaba en el primer corral, y eso daba la pauta de que lo que continuaría daría que hablar. Juan Wallace tomó la posta con micrófono y martillo en mano y luego de las palabras de rigor comenzaba a ver las manos que se levantaban de un lado y del otro en busca de esas madres tanto negras como coloradas.

Los primeros precios registrados con las Angus puras controladas no hicieron más que confirmar lo que uno se imaginada cuando llegaba a la Cabaña y se encontraba con esa interesante cantidad de participantes. Elección en cada uno de los lotes marcaría la pauta, no solo de que los precios darían que hablar, si no que los compradores irían seleccionando uno a uno su reproductor apuntado en la previa.

Pero además de los valores en la primera parte de la jornada, la palabra record volvían a decir presente cuando en una carpa, como siempre preparada para la ocasión, las mesas quedaban cortas y había que agregar sillas, platos y vasos, porque la concurrencia superó todo lo armado en la previa.  Un salón de ventas de bote a bote le daba el marco más que especial a un evento ganadero que año a año se supera en todos los aspectos.

Postre de por medio, Juanchi, con Gustavo como escolta, hacían ingresar al primer lote de colorados, y de ahí en adelante las tranqueras de entrada y salida de toros no pararían de abrir y cerrar. El Angus comenzó a marcar la cancha rápidamente, y cuando la pista se teñía de rojo, los valores en la orden de venta se acrecentaban, aunque el negro con mucho interés no se iba a quedar atrás.

De a dos, tres o hasta cuatro por lotes, los reproductores hacían su ingreso para que rápidamente, y entre la multitud las manos se fueran levantando. Los Hereford, un clásico de Los Cerritos, también tendrían su protagonismo, y entre los negros y colorados, desplegaban toda su genética para encontrar compradores fieles a la raza que pagarían muy bien por ellos.

La Guagua, como cada año, aportaría sus toros PC y PP casi sobre el cierre de la venta, y entreverado con los dueños de casa también encontraban su clientela. Angus y Hereford desfilaron con una agilidad asombrosa por la pista, y cuando parecía que la jornada se podía aplacar, la mano interesada aparecía antes que sonara el martillo para que los precios nunca llegaran a bajar.

Hay record de distancia, de velocidad, y en este caso de valores y cantidad, porque a la importante suma de reproductores la acompañaron muchas manos y precios más que destacados, para demostrar que en Los Cerritos, lo que sucede cada año no es mera casualidad.