
Entre seca e inflación, las vacas se van vendiendo
En un contexto que preocupa a los productores los remates van saliendo, y eso sucedió en el medio día de hoy cuando Ledesma y Arana concretó su mensual de octubre, con un embrete que superó la media para esta época del año, demostrando que la seca aprieta y la necesidad de vender hoy, con tope máximo, es correspondida por la demanda.
Más de dos mil cien cabezas juntó la firma tandilense entre gordo, consumo, invernada y vientres, y con un interesante acompañamiento de compradores, pasadas las 11 el carro empezó a marchar. Una vaca que hoy siente la baja en China trató de sostenerse en los nuevos valores que rige el mercado, y con operadores que parecen tener un tope en los máximos, Luis defendió cada corral hasta donde se lo permitieron.
Hay que acostumbrarse a los precios nuevos, porque por más calidad que se encuentre, los que levantan la mano no están muy generosos, y eso no solo sucedió hoy en Tandil, sino que es una constante de las diferentes ferias como en el MAG. Lo que tuvo una linda respuesta, y no por eso generosa, fueron unos interesantes corrales de consumo, que cuando aparecía la terminación a corral, el martillo tardaba en llegar a su golpe final.
Otro momento interesante de la subasta fue el gran conjunto de invernada encerrado, que con novillitos, terneros, vaquillonas y terneras superaban las 1600 cabezas. Una calidad sobresaliente para una hacienda que suele salir más espaciada, combinada con la escasez de campo precipitó a los productores, que entre recesión económica falta de lluvia no les quedó otra que vender.
Machos y hembras se fueron colocando de manera ágil pero con precios inferiores a los de 30 días atrás, y si bien la brecha con el consumo se achicó, esto no fue producto de subas, si no de que el precio se vino para atrás, y cayó en una mezeta que no se sabe cuándo tiene final. La clase en las haciendas estaba y lo compradores lo sabían, por eso levantaron la mano hasta donde les dio su número, llegando a un resultado final en la venta más que satisfactorio.
Los vientres anunciados del final se vendieron en valores acordes a la categoría ofrecida, y si bien las vaquillonas no gozaban de un estado excepcional, su juventud y cría al pie hicieron que las ofertas no tardan en llegar. La paradoja de esta época hizo que el que vendía vientres lo haga por falta de campo, y el que los compraba intentara no pagar mucho más por falta de campo.