
Convirtió un tractor en un lavarropas móvil para que su hijo no pierda tiempo
Dos hectáreas y media es lo que necesita por ejemplo sembrar el productor agropecuario Matías Sullivan (35) para poder lavar su ropa. Cansado de no poder, en tiempo de campaña, llevar a cabo esa tarea, su padre Carlos (67) le fabricó un lavarropas dentro de la cubierta de su tractor.
Los Sullivan son una familia de productores agropecuarios de la zona de Balcarce, que se destacan por estar en la vanguardia con la maquinaria que ellos mismos inventan y fabrican con todo lo que encuentran en su camino.
Uno de los inventos más anecdótico es el lavarropas. Consiste en un tanque que tiene en el interior una paleta y en el centro una pequeña puerta. Eso se introduce adentro de la llanta del tractor. Allí hay que meter la ropa con un “poquito” de agua, jabón en polvo y salir a trabajar mientras circula el equipo.
“La rueda del tractor gira y hace la función de un lavarropas. Lo tengo medido, siembro dos hectáreas y media, y paro para enjuagar y colgar la ropa en el alambrado. Si paso de ese tiempo, la ropa se me gasta porque tiene mucha potencia”, explica Matías. Entre risas, agrega: “Falta el secarropas, que mi papá ya lo tiene todo estudiado en la cabeza, pero nunca lo hizo”.
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La creatividad de su padre Carlos no tiene límites. Fabricó con caños de noria una embutidora y una extractora de grano, también fumigadoras, entre otros equipos.
Sin embargo, el más significativo para la familia lo hizo en 2019 cuando su hijo sufrió un accidente con una cosechadora, lo que le provocó que perdiera prácticamente cuatro dedos; sólo le quedó el dedo gordo. Le tuvieron que hacer un trasplante de piel completa y perdió la capacidad de hacer la supinación y pronación del brazo.
“Acá siempre usamos lo que tenemos dando vueltas, no somos de ir a comprar cosas nuevas, todo se hace con fierros viejos”, cuenta Carlos. Así fue como con un bolillero de una bomba de agua, una planchuela, el disco viejo de una máquina, le fabricó a su hijo un aparato para que pueda hacer la rehabilitación de su mano. “Fue terrible verlo a Matías así, mi familia es todo para mí y él es mi mano derecha, así que me centré en darle a él todo lo que necesitaba”, dice el productor.
Su hijo cuenta: “Yo le explicaba a mi viejo los movimientos que tenía que hacer mi brazo y él me hizo un aparato que me salvó la mano”. A todas las máquinas que su padre compra las pone a prueba durante un tiempo y después las reforma a su gusto. “Siempre algo les falta”, dice.
Orgulloso cuenta que hace unos años le escribió una carta de ocho páginas a una empresa argentina fabricante de sembradoras explicando todos los problemas que había visto en la máquina. “Me dieron bolilla y la reformaron; las nuevas salieron con la reforma que le hice yo. Eso me dio mucha alegría”, confiesa.
“Cuando voy a la ciudad, veo en los contenedores de basura lo que otros tiran y me dan ganas de meterme y llevarme todo porque yo miro las cosas y me imagino todo lo que se puede hacer con eso”, indica.
Además, el productor es pastelero. Se encarga de decorar las tortas que su esposa vende para casamientos y fiestas de 15 años. “Igual, si no tiene fierros no entra en la categoría de mis tortas”, aclara Carlos. Como en lo de los Sullivan nada se tira ni se desperdicia, arman los soportes de las tortas con los discos de la rastreadora de discos.
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