
Banquinas en cuarentena
Por lo visto parece que el Covid-19 tiene una cepa vegetal la cual ataca a los yuyos, y por ese motivo a las banquinas de las rutas provincial 74 y 30 en el partido de Tandil no se les arriman las cortadoras de pasto, de hecho el único corte que vieron desde hace meses fue el de los accesos a la ciudad.
Llega el calor, algunas lluvias y las frondosas banquinas de las rutas provinciales empiezan a dejar de serlo para transformarse en junglas. A la falta de mantenimiento en materia de bacheo, que suele ser por falta de presupuesto, se le suma la de las cortadoras de pastos, que desde hace tiempo parecen no pasar por acá.
Que el pasto esté largo no tiene nada de malo, siempre y cuando sea en el patio de tu casa pero en rutas transitadas como las nuestras no es un tema menor. A la falta de visibilidad que hay en las rotondas y cruces se le suma el no poder parar ni siquiera para revisar una goma, porque el solo hecho de bajar al costado puede generar que desaparezca por un rato de la faz de la tierra o que te encuentres vaya a saber con qué.
Que el árbol no tape al bosque (en este caso quedaría mejor las banquinas), y dejemos que la pandemia no sea una excusa para no hacer lo que se debe. Estamos en una zona donde transitan máquinas, camiones, transporte de pasajeros, particulares, ciclistas, etc. y no nos podemos dar el lujo de pensar que no pasa nada, porque de arrepentimientos y de diarios del lunes ya somos expertos.
Pongamos las barbas en remojo, o mejor dicho las maquinas atrás de los tractores y empecemos a emprolijar lo que toca, porque para recaudar y poner el rigor a los contribuyentes no hay pandemia que los frene, pero para devolver un poquito con trabajo, al parecer se necesita de la vacuna.