
Cacharí y un cumpleaños con nombre propio
Hugo R. Aristegui celebró este martes 14 de marzo sus 31 años de historia, y fiel a su estilo, lo hizo con un gran encierre donde la clase y calidad de la Cuenca del Salado se expusieron en los corrales de feria ubicada al otro lado de la vía, lugar simbólico, si hablamos de remates feria en Cacharí.
Como no podía ser de otra manera, la zafra mostró sus cartas a pleno en la localidad del partido de Azul, y entendiendo de qué se trataba la cosa, los productores remitentes mandaron lo mejor de sus rodeos para que el cumpleaños tuviera todo lo que tiene que tener. Sabiendo de la situación, pero también lo que había encerrado en los corrales, los compradores dispusieron de otra manera sus máquinas de multiplicar, para dejar valores destacados al final de la subastas.
Novillitos y terneros ejemplificaban de lo que se habla cuando uno menciona la producción que ofrece la Cuenca del Salado, y a paso firme con manos activas, la camioneta avanzaba a un ritmo más que interesante. Ricardo pedía y las ofertas surgían de un lado y del otro sin tironear mucho las pretensiones, dando cuenta de que lo expuesto en el embrete valía eso y quizás un poco más.
Las hembras pasarían a manos de Tomás, quien sosteniendo la tónica de su padre no le aflojó nunca el ritmo al martillo para conseguir precios importantes en una categoría que siempre tiende a bajar. Vaquillonas y terneras no rompieron para nada lo encontrado en el macho, y sostenidas por su calidad se repartieron a diferentes puntos cardinales.
Como todo cumpleaños, además del plato fuerte, más ingredientes se sumaron a la fiesta, y para ponerle el cierre a la misma, un conjunto de vientres preñados y paridos marcó que esa categoría hoy tenía demanda, porque sin renegar mucho, Tomás colocó todo en la recta final. El joven Arzoz también fue el encargado de comenzar a hacer sonar el martillo en este remate, porque todo lo embretado a la balanza marcó el inicio de una venta a la cual no le faltaron categorías.
En la tónica del mercado y con picos más que interesantes, el cumpleaños de Hugo R. Aristegui se celebró como Dios manda, en la feria, trabajando y escuchando un martillo de fondo sonando sin parar. Cacharí tiene su clásico de cada mes del otro lado de la vía, que no se juega con una pelota, si no entre corrales y tierra, con hacienda destacada que llega hasta la feria para poderse negociar.
El director volvió a ver cómo suena su orquesta
Los 31 años de Hugo R. Aristegui tuvo un condimento especial además del gran embrete de machos, hembras, gordo y vientres, ya que la vuelta de Don Hugo a la feria le dio el toque emocional que le faltaba. El dueño de la fiesta estaba nuevamente en casa recibiendo a clientes y amigos con la sonrisa de siempre y las ganas que nunca perdió por hacer lo que le gusta.
El paso por boxes, según comentó Juan, lo alejó un tiempo de los corrales y su escritorio de todos los días, pero como buen director de orquesta, supo afinar cada instrumento para que sin él los músicos los tocaran como debían, mostrando que el conjunto no tenía fisura alguna, y en su regreso, salvo alguna nota suelta, no había mucho que modificar.
La casa siempre estuvo en orden, y las partituras escritas desde hace 31 años no se modificaron ni se movieron de lugar. De tal palo tal astilla, y de un tal Hugo Aristegui, Juan Cruz y Sebastián.